Tesla, Inc., Tributo al genio de la corriente alterna Nikola Tesla.

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Cuando el célebre misionero jesuita Ferdinand Verbiest describió, en su manuscrito “Astronomía Europea”, en el siglo XVII, alrededor de 1672, un juguete que había diseñado para el emperador Kangxi, estaba dejando constancia del primer vehículo a vapor del que se tenga conocimiento. Un carro de pequeño tamaño, apenas tenía 65 cm de largo, por lo que podríamos decir que era un modelo a escala, de lo que hoy sería un automóvil real, que no se diseñó para transportar nada. Sin embargo, fue el primero que pudo moverse con la potencia de un motor.

 

Ya en la época de la industrialización, alrededor de la década de los 30 del siglo XIX, se realizan los primeros prototipos de coches eléctricos de la mano de varios inventores. En 1828, Ányos Jedlik creó un pequeño modelo de automóvil impulsado por un motor eléctrico. Luego en mil ochocientos treinta y cuatro, el herrero Thomas Davenport, construiría un artefacto similar que rodaba en una pista corta, circular y electrificada. Aproximadamente en 1834 o 1835, el profesor holandés Sibrandus Stratingh y su asistente Christopher Becker crearon un coche de energía eléctrica a pequeña escala, alimentado por baterías no recargables de celdas primarias. Entre otros…

 

Sin embargo, todos estos inventores se enfrentaron a un mismo inconveniente: Las baterías. Las cuales, al comienzo, eran de plomo, muy pesadas y no se podían recargar. Por esta razón hubo que esperar, hasta que el físico francés Gaston Planté, en el año 1859, creara la batería de plomo–ácido, cuyo diseño, fue mejorado significativamente por otro científico de Francia, Camille Alphonse Faure, en 1881, aumentando considerablemente su capacidad y permitiendo directamente su fabricación a escala industrial; Para que comenzara una época dorada para los vehículos de motor eléctrico, con el aumento considerable del interés en ellos, a finales del siglo XIX.



Estos vehículos no producían el ruido característico de los de gasolina, ni su olor, menos aún vibraban al transitar. No requerían los cambios de marcha y no demandaban un esfuerzo manual para iniciar el funcionamiento del motor, como los de combustible, que contaban con una manivela para arrancarlo; fueron los predilectos, incluso más que los de vapor que, aunque tampoco precisaban de ningún cambio de marchas y al principio también eran populares, sufrían de largos tiempos de arranque de hasta 45 minutos en las mañanas frías.


A comienzos del siglo XX el coche de energía eléctrica dominaba el mercado, sin embargo, una serie de acontecimientos hicieron que comenzara a perder posiciones; en el mundo se descubrieron grandes reservas de petróleo, trayendo una vasta disponibilidad de gasolina, haciendo a los automóviles de combustible fósil más baratos de manejar a través de largas distancias, el mejoramiento de la infraestructura vial, con carreteras que cubrían cada vez mayores trayectos y permitían circular a mayor velocidad requiriendo de vehículos con un rango superior; la creación del motor de arranque eléctrico por Charles Kettering, que eliminaba la incómoda manivela, causó que los carros de energías fósiles tuvieran una menor dificultad al conducir; la utilización del silenciador, que Hiram Percy Maxim había inventado en 1897, hizo el ruido emitido por estos coches fuera tolerable.

 


En 1908, Henry Ford produjo en serie el popularísimo Ford T, propulsado por gasolina, reduciendo dramáticamente su precio, mientras el costo de los vehículos eléctricos siguió aumentando. Thomas Edison, quiso comercializar un sustituto más ligero y duradero que la batería de plomo-ácido para que los autos de energía eléctrica se convertirían en el estándar, y su empresa en el proveedor del dispositivo principal que la almacena, recogiendo el diseño de la de níquel-hierro de Waldmar Jungner, la patentó él mismo y la vendió. No obstante, los compradores hallaron que su modelo tenía la tendencia a fugas y de corta duración, no superaba a la batería de plomo-ácido por mucho.


Aunque Edison logro producir un modelo más fiable y potente siete años después, proporcionando mayor autonomía, no pudo competir con el motor de combustión de Ford; ya que la mayoría de los fabricantes de autos eléctricos detuvieron la producción en algún momento en la década de 1910. Ya en el año 1973, al producirse un pugna árabe-israelí conocida con el nombre de “La guerra del Yom Kippur”, varios países del golfo pérsico pertenecientes a la OPEP, tomaron la decisión de no exportar combustible a naciones occidentales que apoyaron a Israel en aquel conflicto, originando una recesión en ese sector; posteriormente en 1979 se produjo lo que se conoce como la segunda crisis del petróleo a consecuencia de la revolución iraní y de la contienda Irán-Irak.




Estos acontecimientos sumados al efecto contaminante de los combustibles fósiles, hicieron que los países occidentales tomaran conciencia de la excesiva dependencia energética del exterior, reavivando el interés por la electricidad como energía alternativa para el transporte. En este contexto, a comienzos del siglo XXI, la industria automotriz anunció el desarrollo de automóviles con motores eléctricos, siendo posibles gracias a la tecnología de las baterías de ion-litio, que ya son suficientemente ligeras y pueden ofrecer niveles de autonomía superiores, si se implementa una adecuada infraestructura.


Para el 2003 un evento que ocurrió con la empresa General Motors, la cual retiró y destruyó todos sus coches de energía eléctrica, EV1, esto influyo en los ingenieros Marc Tarpenning y Martin Eberhard para fundar la compañía Tesla Motors, Inc; cuyo nombre es un homenaje al inventor e ingeniero eléctrico Nikola Tesla, el gran precursor de la corriente alterna y del electromagnetismo. Ellos partieron de la premisa de que los vehículos eléctricos podían ser mejores y más rápidos que los automóviles de gasolina.



Un año después Elon Musk, quien, desde su época de estudiante en Stanford, tenía la idea de desarrollar baterías para el almacenamiento de energía renovable y ya había logrado fundar varias empresas que lo convirtieron en millonario, se interesa en la propuesta; por lo que se une a la empresa liderando una primera ronda de inversión en febrero del 2004. A pesar de los problemas que suponía crear los automóviles eléctricos, como expreso General Motors, cuando abandonó su proyecto; lograron llevar a cabo el primer prototipo el Tesla Roadster basado en el Lotus Elise, que no solo atrajo a más inversionistas, sino que, además, consiguió que les entregaran por su diseño, el premio “Global Green 2006” en un acto presidido por Mijaíl Gorbachov, y se le reconociera nuevamente con el galardón “Index Design” en el 2007.


Aunque Tesla Motors produce y vende sus autos, también opera como fabricante de equipo original a diferencia de otros fabricantes. En enero de 2010 Panasonic acordó con ellos invertir 1000 millones de dólares en 3 años para investigación, desarrollo y producción de nueva generación de baterías de iones de litio basadas en el modelo 18650 para automóviles de energía eléctrica. Sin embargo, Tesla podrá seguir usando baterías de diferentes proveedores. En julio de ese mismo año la empresa automovilística logro vender acciones a Toyota por un monto de 50 millones de dólares. En junio de 2014 libero sus patentes, para que se lograran utilizar para la construcción de vehículos eléctricos; con la creencia de que al aplicar la filosofía “open source (código abierto)” a ellas lo fortalecería en lugar de debilitarlos, y haría avanzar la tecnología del carro eléctrico. 


Post Data: En la actualidad, Tesla no solo fabrica vehículos totalmente eléctricos, ellos también proveen productos de generación y almacenamiento de energía, limpia. Ellos han cambiado para siempre la industria automotriz e hicieron posible soñar, a muchos, con un mundo libre de la contaminación que producen los combustibles fósiles.

 

 


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